La
palabra escrita se independiza del autor y trasciende las barreras del
espacio tiempo, haciéndose evidencia que delata el pensamiento y desnuda
los sentimientos. (Javier A. Rodríguez G.)
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Colaborar con este Blog: EL HUMANISMO ENTRÓPICO (ebook)
EL METAVERSO EN DOS CLAVES
Toda
obra tecnológica es expresión de la posibilidad, en plenitud siempre
actual, del quehacer humano. Desde aquellas rudimentarias herramientas
de sílex, el dominio del fuego y el instrumental básico subsiguiente, se
fundamentó la progresividad del obrar con el que el ser humano ha
allanado los senderos de su extraordinario emprendimiento existencial,
del cual una de sus posibilidades es el estatus tecnológico que ostenta
la sociedad contemporánea. Progreso que no implica, al modo renacentista
cartesiano, una perspectiva finalista, conclusivamente necesaria; sino
la ampliación probabilística de objetivos, opciones y posibilidades; de
cuya elección, disposición y aceptación se construye la cultura
tecnológica.
Hasta hace un siglo el quehacer tecnológico,
fundamentalmente práctico-empírico, desfasado de su entendimiento y
comprensión científica, respondía a dos premisas que le informaban la virtud de su instrumentalidad:
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EL ÚLTIMO CAMINO
Todas las aves y animales guardaban silencio al paso del andante y el viento ya no quiso pasear por allí, yendo en busca de otros rumbos. Parecía que la naturaleza entera quisiese pasar desapercibida y burlar al destino, de faz humana, que aguarda en cualquier recodo.
Sobre el caballo el hombre, mirada lejana, cuerpo distendido, como si viajara rumbo a la nada, como si en cada metro andado avanzara su carne y el alma quedara; era como si aquel viajero fuera regando...
DE LA CASA EN EL AIRE A CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Y desde esos criterios el contenido musical del vallenato perdía todo sentido tradicional cultural, pues, viniendo desde la literalidad del fraseo llano y cotidiano, y marchando hacia un lirismo rebuscando solamente acetato y escenarios, huérfano del contexto social y cultural que define, sustenta y sobretodo gesta las expresiones musicales populares; cuando mucho, no representaba más que pinturas musicales bonitas, llenas, a lo sumo, de virtuosas pinceladas instrumentales y vocales que morían cuando iniciaba el difuminato de la belleza hacia la...
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Hacía rato esculcaba el viejo baúl del abuelo. Entre antiguos retratos con hieráticas figuras apenas visibles entre los resquebrajos de la albúmina, cuasi por sortilegio asida del roído papel, negándose a dejar de atestiguar aquellos tiempos idos; observó una pequeña y amarillenta libreta que parecía deshacerse con apenas el roce de su mano.
La curiosidad de sus 25 años hurgó las desleídas hojas. No era un diario. La ausencia de cronología alguna y la yuxtaposición desordenada de ideas traslucían la pretensión de constituir una extensión de la mente del escribiente, como queriendo salvar los recuerdos más allá de sus tiempos existenciales.
Sueños de chico, algunos devaneos de enamorado entre breves pasajes de su nativa España, junto a los resaltes de la participación en aquellas escaramuzas bélicas en las tierras santas de Jerusalén, evidenciaban la intimidad de las notas profanadas. Pudoroso se dispuso a cerrar la libreta, cuando aquella corta estrofa entreverada en la sintaxis de un texto, llamó su atención: “Eran tres los soldados, cargando la cruz del Señor. Era de tres el secreto, que la providencia les dio. Era de tres la dicha y el profundo dolor... Lo he visto…”
La curiosidad lo embargó por esa última frase. ¿Cuál era su lógica? ¿A cuál secreto referíase?..
Leer más: https://relatosymetaforas.blogspot.com/2021/03/el-legado-de-elena.html
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El ser humano absoluto es hermosa metáfora de sí mismo, en la sublime posibilidad de su imagen y semejanza con Dios. Pero el ser humano actual necesariamente está referido a una existencia concreta, a un tiempo histórico determinado, a “su circunstancia”, como diría Ortega y Gasset.
Dejando atrás los criterios deterministas, podemos afirmar que el ser humano es una expresión evolutiva específica, es decir, se construye ontológicamente a cada momento histórico, sin agotarse nunca su posibilidad de ser, siendo lo que ha sido y lo que será, constituyendo ello precisamente su “actualidad”, ser expresión del pasado y proyección del futuro, lo cual le otorga el privilegio de expresar evolutivamente a los que existieron, pero también, la responsabilidad de ser posibilidad evolutiva del futuro. Por eso es que evolucionamos al escudriñar y conocer nuestro pasado, por eso la historia construye ontológicamente al ser humano.
Teniendo eso en cuenta vemos que la “realización” del rostro de El Libertador a partir de sus restos óseos...
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Todas las aves y animales guardaban silencio al paso del andante y el viento ya no quiso pasear por allí, yendo en busca de otros rumbos. Parecía que la naturaleza entera quisiese pasar desapercibida y burlar el destino, de faz humana, que aguarda en cualquier recodo.
Sobre el caballo el hombre, mirada lejana, cuerpo distendido, como si viajara rumbo a la nada, como si en cada metro andado avanzara su carne y el alma quedara, era como si aquél viajero fuera regando la vida...
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Hoy 19 de abril de 1810, estoy aquí en la Plaza mayor de Caracas, bueno, a un costado porque el centro está reservado para los de bastón y las de manto, las mantuanas como les dice mi abuela.
Hoy por fin me atreví a pasear orondo por la vereda real de la plaza, cuando un principal me golpeó con el bastón por las piernas y muy molesto me dijo —Quítate zoquete, que estos caminos no son para los pata en el suelo, no estorbes que tengo que ir a buscar libertad.
No comprendiendo sus palabras y sufriendo más la dignidad que la extremidad, me alejé triste, con dolor profundo en el alma, solamente apaciguado por la inocencia de mi corto tiempo de existencia en este mundo tan absurdo. Pronto me detendría a mirar a otro también con su bastón golpeando a su aparentemente resignado esclavo.
—Que ahorita te dije, no mañana, pedazo de pendejo. Ve y dile que se venga de inmediato al Cabildo, ño gafo, que al fin tenemos la oportunidad de salir del Rey para ser libres y no seguir manteniendo a esos desgraciados con nuestra plata. Apúrate bueno para nada. Ah, y por estar de bolsa te vas a jo...
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Sueño, sentir en él las caricias de las brisas de mi patria,
llevando su pregón de libertad soberana.
Sueño, ver la noche naciendo y llenando de magia
la sublime estampa del mugiente beso,
del brioso mar con la bravura del agua
que le regala la montaña.
Sueño, dibujar con él los confines de mi patria,
pintando de mil colores el hogar de los niños del mañana.
Donde vuelen pagayos y esperanzas.
Donde canten a Bolívar, a Sucre y a Miranda.
Donde no tengan ya que soñar con una patria.
Quiero, es mi reclamo, con Dios por testigo,
ver las estelas bautizadas de mis manos
en la pila de nuestro indomable Esequibo.
Javier A. Rodríguez G.
Nietzsche apasiona por su metáfora y su imaginería. Su pincel mental va y viene, se desliza y se detiene, toma un color y puede contrastarlo violentamente con otro, pero con una sutileza que lo despoja de cualquier vestigio de agresividad, enamorando el pensamiento y subyugando la razón. Plasmando de esta forma los matices, claroscuros y difuminados conceptuales que caracterizan su obra.
El otro Nietzsche, el del planteamiento concreto, hay que extraerlo con cuidado “quirúrgico” para no dañar la esencia vital...
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Esta obra recoge de forma magistral el momento histórico que trata. A la composición le faltan elementos para su cabal comprensión, pues pareciera que está concebida como ilustración de una narración histórica, ya que es necesario enunciar el nombre de la obra para determinar el hecho.
En el ambiente se impone una desconcertante rutina, no existe tensión ni asombro ni compasión ni arrepentimiento ni temor ni odio...
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Javier A. Rodríguez G.
Quise olvidar tu obra,
pero es demasiado sublime
para que no esté en mi conciencia.
Quise seguir a ciegas tu ejemplo,
pero debo aprender de tus errores.
Tu mejor ejemplo es la disconformidad
y la irreverencia.
Quise creerte un Dios,
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Desengaño
Detiene el silencio su pensamiento.
Desgrana la ausencia el corazón.
Consume la tristeza el sentimiento.
Desvanece el infinito la inspiración.
La sed, el hambre, las ganas de ella,
diluyansé en desilusión.
La tristeza abraza el aire,
mientras el olvido
hace recuerdo su grande amor.
Javier A. Rodríguez G.
Envidia
Siento envidia de la luz del sol,
en tus bellos ojos reflejada.
Siento envidia del agua,
corriendo por tu garganta como cascada.
Siento envidia del aire que respiras.
Siento envidia de tu lengua,
entre tus labios aprisionada.
Siento envidia del espejo,
que tiene tu estampa.
¡¡Siento envidia de Dios!!
porque posee tu alma.
Siento envidia de todo y todos
los que tienen algo de ti,
porque yo no tengo nada.
Javier A. Rodríguez G.
Parece que fue ayer cuando junto al abuelo transitaba el tiempo bajo el enorme almendro. Cabalgando la palabra nos elevábamos hasta la magia de la imaginación, descendiendo siempre a la sabia lección, el aprendizaje. La moraleja es…, sentenciaba el abuelo a manera de epilogo, para luego marchar y regresar el domingo siguiente, en un compromiso sin letras ni palabras, únicamente signado por la necesidad de perpetuar el pensamiento, de seguir hilando la perennidad de la vida.
En mi mente se hace hoy el día cuando la sabiduría del abuelo construyó aquel juguete que marcaría mi vida para siempre...
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En el último cuarto del siglo XVIII, vio luz el cuarto hijo de los Marqueses de San Luis (1) una de las familias mas acaudalas de la provincia de Caracas de la Capitanía General de Venezuela. Este nuevo súbdito del rey, al anunciar su nombre el bautizante sobre la pila y a la par del agua bendita, también se ungía del poder de su Majestad, y con él los privilegios y sus primeras propiedades, entre ellas la negra Hipólita, el regalo de sus padres para que lo “amamantara” (aparentemente por enfermedad de la madre, de todas formas ese oficio era despreciado por las mantuanas de entonces) Resulta irónico que un niño de meses fuera literalmente dueño del pecho que lo amamantaba….
Ese niño inquieto, despreocupado, un tanto superficial y con cierta, no torpeza, sino más bien desinterés en lo intelectual, era lo más alejado a la imagen del niño reflexivo, resultando a simple vista un tanto banal y mundano. Como era de esperar tuvo acceso a un verdadero privilegio para la época, la educación, con maestros exclusivos y todo. De la rigidez de Bello....
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Conciencia nunca dormida,
mudo y pertinaz testigo
que no deja sin castigo
ningún crimen en la vida.
La ley calla, el mundo olvida;
más, ¿quién sacude tu yugo?
Al sumo hacedor le plugo
que, a solas con su pecado
Fueses tú, para el culpado
Delator, Juez y Verdugo.
Gaspar Nuñez de Arce.
(Poeta español siglo XIX)
Comentarios acerca del libro Ética Para Amador de Fernando Savater.
Muy interesante la forma como aborda el tema el autor, al más clásico estilo de Cicerón, quien hizo lo propio con su hijo Marco, o de Séneca, que a su amigo Lucilio escribió memorables cartas; pero en este caso usando un lenguaje totalmente llano y pretendiendo simplificar los conceptos, todo en un intento de hacerlo mas digerible a los adolescentes, a quienes va dirigido.
El autor centra su exposición en la idea de libertad, planteando la ética como una especie de opción de vida libre pero ineludible para el buen vivir, y en consecuencia...
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Hallábase sentado el pupilo en cualquier sitio de aquella fresca mañana. Junto a él, sobre la descuidada banca, el tan ansiado título pugnaba por no acompañar al viento en su raudo andar.
-¿Ahora qué hago?- se preguntaba confundido -Tanto esperar este momento y no tengo nada.
Sentíase desorientado aquél pupilo. Le parecía que el cúmulo de conocimientos de tantos años de sacrificios, como remolino hubiesen salido de su mente, dejándolo vacío.
Sus compañeros ahora estaban celebrando, unos revisando locales para sus oficinas, otros comprando trajes apropiados para el correcto ejercicio de su profesión. Pero ¿por qué él se sentía tan desguarnecido?, ¿Dónde estaba el Derecho, aquella noble ciencia que con tanto esfuerzo culminó y que determinaría su vida en adelante?
-¿Qué futuro tendré?- además preguntábase aterrorizado...
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Luego, ¿Cuantos cristos han existido en este mundo de desolación? ¿Cuántos deambulan por esta tierra de dolor llevando a cuestas el horror y la crueldad de la miseria humana, y cuantos Gólgotas se yerguen...
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Su voz, más que voz, eructo perenne nacido en el averno, cuajada por todas las pestilencias propias de su triste origen; tornábase en grandes tentáculos que aprisionaban sus cerebros, inmovilizando las ideas y paralizando su razón, como pretendiendo con tal cruel tormento crear la herrumbre del desuso y anquilosar los pensamientos, matar a sus conciencias.
Si, era ella, la Bruja que enseñaba Derecho, pero su mente retorcida estaba, como corresponde a quien funge en el lado oscuro de la vida, a quien sume en el estiércol la otrora altiva y resplandeciente Pedagogía. Tenía un ayudante, un cerdito, de blancos cabellos y sumiso y lacayo porte; amén de los fieles Pilatos, vehículos de legitimación de sus abyectas acciones. Y los pupilos, sujetos insoslayablemente a su cruel...
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Solamente un Sueño
En sus sueños resplandeció
¡qué hermosa aparición!
Radiante, sonriente, ojos tiernos, llenos de fulgor,
era suya, regalo de Cupido, el dios del amor.
Si era ella, su boca, sus cabellos, sus ojos, su voz,
pero en su pecho, ¡Oh Dios, no hay corazón!
sólo piedra, dura y fría como mármol de escultor.
Prestóse pues a tallar la piedra en corazón
a darle vida, a darle calor.
Y golpeaba y golpeaba con toda pasión
pero dura y fría permanecía,
sin vida, solo marcada por la erosión
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Sabes que anoche tuve un collage de recuerdos y sensaciones. Te deseé más que nunca. En una extraña y excitante mezcla de conciencia y fantasía, estimulaste absolutamente todos mis sentidos. El sabor de tu piel enloquecía mi lengua. La tersura de tus formas hacía que mis manos quisieran ir más allá de los límites externos. El aroma de tu excitación humedecía de placer mi pensamiento. La excitante melodía de tus quejidos, murmullos, susurros, combinados con nuestras respiraciones agitadas y entrecortadas eran un himno al erotismo. Y la estampa de tu cuerpo curvándose de placer, como queriendo contener el torbellino de sensaciones que lo recorría y buscaba estallar.... Todo me llevo a los limites de la excitación, una y otra vez manaba de mi toda la fuerza del deseo, buscándote, queriendo que sintieras su tibieza vertiendo sobre las convulsiones de tu cuerpo....
Javier A. Rodríguez G.
Caminaba rauda entre las penumbras de la noche, por las pequeñas calles de aquella ciudad sin nombre, sus hábitos pesaban por la cortinilla de lluvia que le entorpecía el paso, la humedad lo acercaba a su cuerpo, insinuando las formas de mujer, maravilla de la naturaleza.
Tan poco le faltaba para llegar y tan lejano le parecía, cada paso era un segundo en una eternidad de distancia. Presentía que algo pasaría, pues el tiempo no se detiene en vano sino para marcar nuestras vidas. Su respiración estaba agitada, delatando en ir y venir los sensuales pechos deseosos de emerger.
Continuaba así la marcha, el movimiento de su mano izquierda parecía atraer la entrada de aquella callejuela que se perfilaba a su mirada. Trató de ignorarla, siguiendo recto su camino, queriendo dejar atrás esa oscura tentación...
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