viernes, 16 de abril de 2010

LA HISTORIA DE UN PUPILO

Hallábase sentado el pupilo en cualquier sitio de aquella fresca mañana. Junto a él, sobre la descuidada banca, el tan ansiado título pugnaba por no acompañar al viento en su raudo andar.

¿Ahora qué hago? se preguntaba confundido -Tanto esperar este momento y no tengo nada.

Sentíase desorientado aquél pupilo. Le parecía que el cúmulo de conocimientos de tantos años de sacrificios, como remolino hubiesen salido de su mente, dejándolo vacío.

Sus compañeros ahora estaban celebrando, unos revisando locales para sus oficinas, otros comprando trajes apropiados para el correcto ejercicio de su profesión. Pero, por qué él se sentía tan desguarnecido, dónde estaba el Derecho, aquella noble ciencia que con tanto esfuerzo culminó y que determinaría su vida en adelante.

¿Qué futuro tendré? además preguntábase aterrorizado -ante aquellos grandes profesionales con tanto conocimiento y experiencia, qué podré hacer frente a las artimañas, deshonestidad y falta de ética de algunos. Yo mejor no ejerzo concluyó su pensamiento aquel Pupilo.

En ese momento, como volviendo a la realidad, se percata de la presencia de un anciano que, sentado al otro lado de la banca, golpeaba el piso sincrónicamente con su bastón, como queriendo marcar la cuenta regresiva del tiempo que se le iba.

Tenia aquel anciano la mirada lejana, parecía perdida en el pasado que lo devoró.

Cuidado se te va con el viento el título, como me llevó el mío la vida advirtió con voz perdida el anciano, mientras hierático miraba un horizonte que no existía.

No separes jamás el Derecho de la moral y de la ética. Inmenso error de quienes así lo hicimos. Pensábamos que bastaba el poder de coacción para imponer eficazmente la ley. Apostamos a la razón como causa y origen. No comprendimos que el Derecho ante todo es una ponderación ética, hecha desde valores de justicia, igualdad y equidad.

Qué grandes vuelcos está dando la ciencia del derecho actualmente. Siendo más extensa en ramas, resulta sencilla en cuanto a su comprensión, pues el pensamiento del humano de hoy es mucho más abstracto.

Un rato de silencio hizo presencia en la escena.

Al igual que tú prosiguió el triste anciano me hube preguntado cómo desarrollaría mi profesión. Permíteme hacerte algunas sugerencias. En primer lugar, la relación del abogado con el cliente ha de estar fundamentada en la confianza y lealtad mutuas. El abogado debe poner en conocimiento de su cliente los medios alternativos de solución de conflictos a su disposición como necesaria primera opción para solventar el problema. No olvides hacer a tu cliente un presupuesto con las diversas variantes que se pudieren presentar y evidenciarle las vías de juicio más expeditas y lógicas.

Ten presente siempre que el abogado debe mantener independencia respecto de su cliente para no resultar en simple mercenario, que si no lacayo, en degradación de la noble ciencia que representa. Pues él se debe a la verdad, a la igualdad, a la justicia y a la equidad; sin condicionante alguno, porque pierden su esencia. Y el mejor marketing consiste en predicar con el ejemplo.

Otro rato de silencio, el perro fiel ahora echado al lado del anciano, y el bastón aunque levemente sigue sonando.

Además con palabras agrias enredadas en su garganta, prosigue  el abogado debe guardar el debido secreto de lo visto y oído del cliente, no debe pactar con éste las resultas del juicio y abstenerse de tratos deshonestos con la contraparte.

Recuerda que también es importante para el éxito profesional, ofrecer celeridad y eficacia en el servicio, empleando las últimas innovaciones tecnológicas. Y si el cliente de alguna manera desea prescindir de tus servicios, advertirle las posibles consecuencias negativas de tal decisión, pero siempre acatándola con respeto y consideración.

Concluye el anciano con palabras, ahora no agrias sino tristes, inmensamente tristes    El Derecho además de leyes, códigos o tribunales, es un apostolado, una forma de servicio a la sociedad y de perfeccionamiento personal. Mira la flor señala el anciano al niño que sonríe, a la mujer que pasa, al hombre que trabaja, a los árboles que danzan con el viento, al sol que día tras día anuncia lo mágico del acto de vivir, allí en todos ellos está el Derecho, como maravillosa herramienta que concilia al ser humano con las leyes naturales y con su medio ambiente, permitiendo su justa, libre, igualitaria y pacífica coexistencia, haciéndonos más felices, acercándonos más a Dios.

Ahora, tan cerca que estoy de mi último juicio, te pido casi como un favor, procura hacer lo que te he aconsejado, como yo no lo hice. Tal vez así el Sumo Creador, a quién nunca recordé, lo considere a mi favor, se apiade y tenga compasión de mí, como no la tuve con mis semejantes.

Luego de un corto y profundo silencio, cuasi como epitafio sentencia  “La ironía de la vida es que, cuando comenzamos a aprender a vivir, nos damos cuenta de que estamos muriendo”.

Ahora sí díjose para sus adentros el ya feliz y pleno pupilo, mientras sentía que los conocimientos volvían en retahíla a su mente, aunque en realidad nunca salieron de allí, simplemente no se había percatado de su verdadera y justa aplicación. Levantándose alzó los brazos y respiró profundo, sintiendo por primera vez la plenitud de su profesión. Pues ser abogado, aparte de un digno oficio, es ante todo un modo de vida, de servicio, de respeto, de solidaridad, de honestidad, de justicia, de equidad y de paz.

Poco a poco inició decidido su andar aquel pupilo, mientras la figura del triste anciano se difuminaba a su espalda. Marchaba por un ancho camino hacia un radiante sol. No estaba desvalido. Llevaba tres cosas de gran valor. En su conciencia, la libertad, la justicia y el honor. En la mano, asida firmemente, la ley. Y en el alma, en el alma llevaba a Dios.

Javier A. Rodríguez G.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sencillamente exelente, por un momento me transporte y parece que el anciano me estuviese hablando a mi que estoy por terminar mi carrera, me movieron el piso las palabras "la ironia de la vida es que, cuando comenzamos a prender a vivir, nos damos cuenta que estamos muriendo" muy sabias. Javier de verdad te felicito me encanta tu blog, considerame desde ahora en adelante tu fan. Saludos.

La palabra escrita se independiza del autor y trasciende las barreras del espacio tiempo, haciéndose evidencia que delata el pensamiento y desnuda los sentimientos.(Javier A. Rodríguez G.)